jueves, 25 de febrero de 2010

danza de los machetes

Son los macheteros. Los rostros solemnes de los bailarines —todos varones de diferentes edades—, se mueven al ritmo del tamborcillo tan característico en la música de raíces coloniales. La danza también tiene ese origen y es una representación de la resurrección de Jesucristo y su ascensión a los cielos, desde la interpretación nativa. Cada danzante lleva en la mano derecha un machete de madera (tumoré ti yucuqui), pero nada, ni la calculada cadencia de los pasos de baile pueden competir con la belleza del tocado. Las plumas de parabas, de las que abundan en la selva amazónica, van artísticamente ordenadas de acuerdo con la intensidad de los colores. Sujeta del armazón embellecido por las piezas de colores, se extiende sobre la espalda del danzarín un cuero de piel de tigre que llega hasta los talones, de donde cuelgan cintas o cordones con semillas de paichachíes, unos granos que suenan como cascabeles.
Los danzarines descalzos se mueven ceremoniosamente sin soltar los machetes ni deponer su actitud de guerreros a punto de entrar en combate. Agachan la cabeza y la elevan, en señal de ascensión y muerte; pero en ningún momento quiebran el ritmo de la música de tamborcillos e instrumentos de viento. Todo es tan ceremonial como el atardecer y el amanecer en los llanos de Moxos.
Los jóvenes ignacianos hablan de lo que representa este baile, aunque no parece haber consenso entre ellos. Uno de los que están mezclados entre el público dice que los macheteros hablan de la faena laboral del siringuero, perdido en la inmensa amazonia de Pando y Beni Los Macheteros, es quizá la danza beniana más conocida dentro y fuera del país. Su origen es colonial. Y representa la resurrección de Jesucritos y su ascención a los cielos, pero desde una interpretación estrictamente nativa. Cada bailarín lleva en la mano derecha un machete de madera (tumoré ti yucuqui), una camisa larga y blanca, sin mangas ni cuello, y con franjas coloridas a los costados. Portan en la cabeza un tocado -denominado en lengua nativa progi-, hecho de plumas de parabas (ave amazónica), artísticamente ordenado de acuerdo con la intensidad de los colores. Sujeta del armazón que sostiene el tocado de plumas, se extiende sobre la espalda del danzarín un cuero de piel de tigre, que llega hasta los talones cubiertos con semillas de paichachíes, que hacen las veces de cascabeles. Los danzarines descalzos se mueven ceremoniosamente sin soltar los machetes ni deponer su actitud de guerreros a punto de entrar en combate. Agachan la cabeza y la elevan, en señal de ascención y muerte; pero en ningún momento quiebran el ritmo de la música fabricada con tamborcillos e instrumentos de viento. Todo es tan ceremonial como el atardecer y el amanecer en los llanos de Moxos.
Son los macheteros. Los rostros solemnes de los bailarines —todos varones de diferentes edades—, se mueven al ritmo del tamborcillo tan característico en la música de raíces coloniales. La danza también tiene ese origen y es una representación de la resurrección de Jesucristo y su ascensión a los cielos, desde la interpretación nativa. Cada danzante lleva en la mano derecha un machete de madera (tumoré ti yucuqui), pero nada, ni la calculada cadencia de los pasos de baile pueden competir con la belleza del tocado. Las plumas de parabas, de las que abundan en la selva amazónica, van artísticamente ordenadas de acuerdo con la intensidad de los colores. Sujeta del armazón embellecido por las piezas de colores, se extiende sobre la espalda del danzarín un cuero de piel de tigre que llega hasta los talones, de donde cuelgan cintas o cordones con semillas de paichachíes, unos granos que suenan como cascabeles.
Los danzarines descalzos se mueven ceremoniosamente sin soltar los machetes ni deponer su actitud de guerreros a punto de entrar en combate. Agachan la cabeza y la elevan, en señal de ascensión y muerte; pero en ningún momento quiebran el ritmo de la música de tamborcillos e instrumentos de viento. Todo es tan ceremonial como el atardecer y el amanecer en los llanos de Moxos.
Los jóvenes ignacianos hablan de lo que representa este baile, aunque no parece haber consenso entre ellos. Uno de los que están mezclados entre el público dice que los macheteros hablan de la faena laboral del siringuero, perdido en la inmensa amazonia de Pando y Beni Los Macheteros, es quizá la danza beniana más conocida dentro y fuera del país. Su origen es colonial. Y representa la resurrección de Jesucritos y su ascención a los cielos, pero desde una interpretación estrictamente nativa. Cada bailarín lleva en la mano derecha un machete de madera (tumoré ti yucuqui), una camisa larga y blanca, sin mangas ni cuello, y con franjas coloridas a los costados. Portan en la cabeza un tocado -denominado en lengua nativa progi-, hecho de plumas de parabas (ave amazónica), artísticamente ordenado de acuerdo con la intensidad de los colores. Sujeta del armazón que sostiene el tocado de plumas, se extiende sobre la espalda del danzarín un cuero de piel de tigre, que llega hasta los talones cubiertos con semillas de paichachíes, que hacen las veces de cascabeles. Los danzarines descalzos se mueven ceremoniosamente sin soltar los machetes ni deponer su actitud de guerreros a punto de entrar en combate. Agachan la cabeza y la elevan, en señal de ascención y muerte; pero en ningún momento quiebran el ritmo de la música fabricada con tamborcillos e instrumentos de viento. Todo es tan ceremonial como el atardecer y el amanecer en los llanos de Moxos.

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