
“La nariz para don Luis, la cabeza para la Teresa, lo de adelante para el Comandante...”, así terminaron los días del Tigre, a manos del Viejo, quien después de implorar al Señor de la Caridad, pudo matarlo
La danza del Torito Pinto es muy antigua y nos muestra claramente la evolución efectuada en los dos estilos al mesclarze. Se distingue la supervivencia de la melodía indígena en algunos especímenes, pero vertida al ritmo cortesiano. El escritor americano Braseur de Bourbourg al publicar las danzas recogidas en Nicaragua, les dio el título de: Aires indígenas con acompañamiento español. La danza del Torito Pinto es una pantomima con baile y canto, imitando o interpretando a su manera una corrida de toros española. Son doce los integrantes entre hombres y mujeres; van vestidos pintorescamente con colores llamativos, sombreros adornados con flecos y flores de papel. El que hace de torito, lleva un casquete imitando al animal con cabeza de toro, asegurado a la cintura; él baila en medio del círculo que hacen los del grupo. Todos llevan un pañuelo rojo con el que azuzan al torito, y éste demuestra su gallardía en los rodeos de la danza.
La danza del vientre es una danza que combina elementos tradicionales de Oriente Medio junto con otros del Norte de África.
La Danza de Arcos de Cariño (municipio) es una danza secular que se trenza como homenaje a la patrona del mar, como es la Virgen del Carmen, o al patrón de la localidad, en este caso San Bartolomé.
La Danza del Venado es una danza ritual celebrada por los indios yaquis y mayos de los estados mexicanos de Sinaloa y Sonora. Ambos grupos se encuentran emparentados entre sí, y hablan lo que parecen ser variantes de la misma lengua cahita. Esta danza es una dramatización de la cacería del venado, héroe cultural de estos pueblos, por parte de los paskolas (cazadores).
Es una danza muy atractiva, el enorme tocado singular y multicolor es muy llamativo, el armazón circular de la corona del (cuetzaltique, llamado así un solo danzante) está entrelazado con tiras de papel metálico de varios colores; cada extremidad libre está coronada por pequeñas plumas, originalmente de perico o cotorro, en la actualidad, blancas de gallina. Un gran cono soporta el disco del tocado, justamente en el centro, encima del como, hace muchos años, tenía una decoración constituida por un pájaro en ambos lados.
Son los macheteros. Los rostros solemnes de los bailarines —todos varones de diferentes edades—, se mueven al ritmo del tamborcillo tan característico en la música de raíces coloniales. La danza también tiene ese origen y es una representación de la resurrección de Jesucristo y su ascensión a los cielos, desde la interpretación nativa. Cada danzante lleva en la mano derecha un machete de madera (tumoré ti yucuqui), pero nada, ni la calculada cadencia de los pasos de baile pueden competir con la belleza del tocado. Las plumas de parabas, de las que abundan en la selva amazónica, van artísticamente ordenadas de acuerdo con la intensidad de los colores. Sujeta del armazón embellecido por las piezas de colores, se extiende sobre la espalda del danzarín un cuero de piel de tigre que llega hasta los talones, de donde cuelgan cintas o cordones con semillas de paichachíes, unos granos que suenan como cascabeles.
MICHOACAN DANZA DE LOS VIEJITOS (T'ARCHE UARAKUA)

